Presentación de "Atlas en rojo" de José Luis Díaz Caballero
Acompañar en una presentación es también una forma de acoger y abrazar, refugiar en la palabra aquello que la lectura e indagación de una obra te ha revelado, es rastrear el misterio epifánico que impulsó la creación, descubrir el secreto. Este lunes en la Librería Enclave de libros (Madrid) acompañé al escritor José Luis Díaz Caballero en su debut poético. Su incursión poética tras cuatro novelas no es un resultado azaroso, sino una firme convicción de la palabra como raíz, del encuentro con uno mismo en la literatura. Reconocerse y reconciliarse. Gracias a quienes os acercasteis para compartir este momento, donde pudimos reflexionar acerca de la poesía, la escritura y la vida y escuchar, por fin, su voz poética.
Atlas en rojo es una cartografía de la vida, una observación crítica de unas vivencias que ahora sitúan en un mapa biográfico la marca, la huella de algunos hechos determinantes que sólo el paso del tiempo permite interpretar en tanto son encrucijadas que desvían el destino. Porque las relaciones familiares, amorosas, la lucha por sobrevivir en un mundo que le es hostil dejan al descubierto una honestidad de tal magnitud que no puede sino este poemario leerse como un paradigma de la naturaleza humana. Resuena un conflicto interno, pero humano y universal, en estos versos, entre el deber y el deseo, tanto como la contradicción que nos atraviesa al rechazar los atavismos heredados en la busca de construir una propia identidad, donde el fuego interno pueda arrasar con las expectativas y convenciones ajenas e impuestas, que nos retienen. La memoria, como el método genealógico de Nietzsche, es el recurso para rastrear el origen de ese conflicto en la infancia y en el que el miedo se revela como fundamento que obliga al sacrificio, un sacrificio al que se entrega, como Ifigenia, para salvar los vientos de intereses ajenos.
El poeta se muestra como un profundo conocedor de la tradición literaria y se manifiesta dueño de un estilo potente, sutil y simbólico para crear estructuras fragmentarias, metáforas bien trabadas, que reflejan la tensión que puebla su interior. No obstante, no se trata de una poesía confesional, aunque el estilo íntimo pueda hacérnoslo pensar. La complejidad de las emociones y la hondura, cuando no ternura o daño, desde donde escribe se despliegan desde un lenguaje preciso y pulcro, sobrio y sugerente que extraen la esencia de la palabra, con un uso exacto y nada recargado de figuras retóricas, creando imágenes más insinuantes que descriptivas, donde la elipsis exhibe su capacidad hacedora. El poemario enfrenta la disolución identitaria porque en la palabra el poeta se encuentra consigo mismo para resistir, para reconciliarse con quien es, porque cuando todo a tu alrededor te apunta sólo en la escritura permanece la verdad.
Sin duda, refulgen en estos versos la belleza de la palabra honesta y auténtica que, no sólo no esconde la grieta, sino que nos la despliega para que a través de ella descubramos, como los puntos geodésicos de un atlas, los conflictos y miedos que esbozan una identidad, construida desde la tensión. Por todo ello, ojalá sea capaz de abrir nuevos caminos en este atlas de su vida y elegir desde la libertad y la certeza su destino, porque lo merece.
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